Hace más de tres décadas, nadie se habría imaginado que Camilla Parker-Bowles acabaría ejerciendo el papel de reina consorte en una futura coronación del por entonces príncipe de Gales. En los años 80, el ahora rey Carlos III y Diana de Gales (Lady Di) vivían, al menos en apariencia, un cuento de hadas que fascinaba a los británicos y les hacía soñar con una futura reina hermosa, delicada y cercana. 6r391o
Y por si fuera poco, el mundo se quedó consternado con la noticia de que la princesa había fallecido en un accidente de tráfico ocurrido en el centro de París, en agosto de 1997.
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El vehículo en el que viajaba a toda velocidad, a fin de zafarse de los paparazzi que les perseguían en moto, se estrelló contra el pilar de un puente y Diana murió en el acto: la tragedia sumió al país en un período de luto nacional y la princesa del pueblo se convirtió en mito.
Quienes amaban a Lady Di siguen lamentando que su conflictivo matrimonio con Carlos no funcionara y que su inesperado deceso le impida ocupar el lugar que le correspondería en la entronización.
A Lady Di le aterraba pensar en ser coronada como reina 2p2a4f
En su opinión, Diana habría superado todas las expectativas como reina consorte gracias a su innegable fotogenia, su don de gentes y esa dulzura inherente a su persona. Sin embargo, quienes la conocían en profundidad también saben que no habría sido precisamente feliz en una ocasión tan señalada, ya que la mera perspectiva de ser coronada le producía "pesadillas".
Eso sostiene al menos quien fuera uno de sus amigos y confidentes más cercanos, Richard Kay. En su columna semanal del diario Daily Mail, este experto asegura que Diana "raramente hablaba sobre la idea de ser Reina", al ser consciente de que "todo el mundo ya estaba especulando sobre ello". "En una ocasión le pregunté si soñaba con su propia coronación. Me dijo: 'No, pero he tenido muchas pesadillas al respecto'. Esos malos sueños eran recurrentes", revela sobre su miedo a decepcionar a la familia real y al pueblo.
Diana temía que cualquier pequeño error pudiera ensombrecer un evento de la máxima relevancia, o incluso amenazar su integridad física. "Sus sueños siempre giraban en torno a lo mismo, que cuando se le impusiera la corona, en lugar de quedarse en la cabeza, ésta empezara a resbalarse por su cara para acabar oprimiéndole el cuello. Era una imagen terrible, una metáfora quizás de la tragedia que se avecinaba", señala Kay.
FUENTE: RSS