MILÁN ( AFP ) Los modistas milaneses celebraron una simplicidad naturalmente elegante en este cuarto día de colecciones de prêt-à-porter para el otoño/invierno 2013-14 en Milán, donde no hubo una vuelta al minimalismo, pero sí un nuevo lujo expresado a través del matiz, totalmente privado de excesos. 361w38
La mujer de Bottega Veneta se viste con poca cosa. Un trozo de tela doblado y redoblado, superpuesto. Una pieza de raso deshilachada colocada como si de papiroflexia se tratase. Algunos puntos de costura invisibles... y, como por arte de magia, adoptan la forma de suntuosas prendas con volúmenes calibrados con precisión.
La colección se compone principalmente de abrigos y vestidos de gran elegancia bajo una simplicidad aparente. Cada modelo sorprende por su unicidad y su creatividad. Se adivinan las refinadas construcciones, los complejos juegos de dobleces y pinzas, las sabias estratificaciones.
El estilista Tomas Maier toma como punto de partida la lana y la utiliza en todas sus variantes: paño grueso, franelas, telas afelpadas. Lo superfluo está prohibido. Por ejemplo, nada de botones. Únicamente finos cinturones.
Tampoco nada de decoración. Solo la exploración de la materia. Varillas de paja lacadas en negro ascienden, verticales, sobre la parte delantera de un vestido blanco. En otro diseño se trata de cintas de cuero negro que componen un dibujo abstracto en una prenda. En el ámbito de los rios, se imponen los bolsos pequeños y algunas viejas joyas de familia, como esos medallones que se lucen al final de una larga cadena que cae sobre el escote.
La simplicidad es una cuestión de maestría también en la colección de Jil Sander. Un corte, una costura precisa, una pinza colocada en el lugar adecuado bastan para dar sentido a una prenda.
Todo pasa por los detalles, preferentemente invisibles: la redondez de un bolsillo, el calibrado de los pesos de las longitudes, la elección minuciosa de algunos colores en la gama de grises y de azulados, el vuelo de un vestido...
Los abrigos de grandes solapas dominan la colección. Los chaquetones de cachemira se llevan sobre faldas a media pierna rectas y de tejido suelto. Una chaqueta de mangas cortas se superpone a una falda de cuero de pliegues extragrandes. Túnicas sin mangas, con cremalleras en la parte delantera, acompañan a los pantalones pitillo. La austeridad se acentúa con zapatos de hebilla grande un poco masculinos.
La mujer de Trussardi se contenta con algunas piezas esenciales que combina con los colores clásicos (beis, marrón, negro, azul marino): abrigos cruzados de corte masculino, amplias gabardinas hasta los pies, faldas de grandes pliegues, casacas simples y chaquetas simples y trajes de chaqueta.
Una elegancia natural brota del conjunto. Una confort lujoso hecho de bellos materiales: abrigo sin mangas en cachemira, ropas en cuero viejo, en tejidos de grandes cuadrados. Una falda en cuero y una chaqueta, ensamblados por una corredera en la cintura, forman un traje descomponible.
La misma búsqueda de la simplicidad en Ermanno Scervino, con trajes de una pieza, sobrios, con la influencia de la moda masculina.
Los trajes en franela gris parecen cosidos a partir de las chaquetas cruzadas del Señor. Los abrigos en twedd marcan los pechos y la cintura.
Tampoco hay frufrús en la casa de moda Roberto Cavalli, que se concentra en la tradición artesanal italiana, exaltando la pericia ancestral en vestidos únicos.