El afilado sentido del humor del que hacía gala el príncipe Felipe, quién fallecido este viernes a los 99 años, fue sin duda una de sus grandes señas de identidad tanto en privado como en público, aunque su carácter irreverente provocó profundas divisiones entre los muy monárquicos y aquellos que consideraban que su hilarante visión de lo que le rodeaba no era más que un signo de su elitismo como aristócrata.
Lo cierto es que, pese a su papel como príncipe consorte de Isabel II, el duque de Edimburgo no era un hombre excesivamente apegado a la solemnidad del protocolo, como ha recordado el fotógrafo Ian Lloyd, autor del libro '100 capítulos en la vida del príncipe Felipe', en conversación con el canal de noticias Sky News. De hecho, el artista ha querido sacar a relucir una divertida anécdota ligada a la reacción que protagonizó el duque en medio de un evento, cuando un teléfono móvil arruinó el momento en que sonaba el himno nacional del país.
"Te habrías esperado algún gesto de enfado o desaprobación por su parte, pero no fue el caso. Nos miró [a los fotógrafos y periodistas congregados] y empezó a reírse incontroladamente. A veces le divertía que las cosas salieran mal, porque se supone que en los círculos reales todo está perfectamente ensayado. Le gustaban los imprevistos de vez en cuando. En ese día concreto, empezó a sonar un teléfono y él tuvo un brote de risa", ha rememorado.
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